4 de diciembre de 2011

Días amargos




El dinero abulta poco en la cartera. El frigórifico deprime al abrirlo. Cruzas los dedos para que ese estúpido trabajo no falte, aunque sea donde cada día te sentientes más deprimida, más oscura, más vieja.

Pero la crisis no es sólo económica.

La salud se resiente. Las enfermedades apararecen. El vecino se entera que tiene cancer, al perro lo atropellan, la abuela ingresada y tu amigo que vuelve de un entierro.

Y el amor... pobre. Un juego donde signos de interés es equivalente a debilidad. El corazón debe estar vacio, si no te saltas las reglas. Es válido decir "me pones cachonda", pero no "ayer pensé en ti".

¡Basta!

Hasta el optimismo tiene un tope. La sonrisa se va volviendo irónica. El interior está tan seco que ni las lagrimas afloran. Perdonadme si hoy no me levanto de la cama, si desconecto el movil, si me echo la manta a la cabeza y me hago la dormida cuando llamais a la puerta, pero he agotado las reservas de ánimo que me quedaban. Dejadme buscando en las sábanas si me queda algún sueño.