8 de agosto de 2010

Sanar

Las heridas del alma no son como las del cuerpo, no se curan mientras se está anestesiado con distracciones. Las del alma tienen que sangrar, y los ojos tienen que llorar, descargando así todo lo que se acumula dentro.
No se trata de buscar el dolor, sino de no huir de él. Sólo de esta manera se aprende, se crece.
Este post no está dedicado a ti, ni a nuestra separación.
Está dedicado a mi corazón que se está enfrentando con tranquilidad a todo ello, sin mirar hacia otro lado.
Se permite sufrir sin derrumbarse. Ríe cuando tiene que reír, llora cuando siente que algo le desborda y no se avergüenza de hacerlo.
Se permite todo y se perdona todo. Está saliendo adelante, sanando, madurando.
En paz consigo. En paz conmigo.